CRÍTICA DE LIBROS
recordar para vivir
María de la Luz Mejías Correa, ASÍFUE PASANDO EL TIEMPO.
MEMORIAS DE UNA MILICIANA EXTREMEÑA, Sevilla, Editorial
Renacimiento, 2006
Manuel Pecellín Lancharro en HOY, 5/11/2006
MEMORIAS DE UNA MILICIANA EXTREMEÑA, Sevilla, Editorial
Renacimiento, 2006
Manuel Pecellín Lancharro en HOY, 5/11/2006
y Revista Alcántara, 65, 2006, pp. 165-166
URL: [ http://ab.dip-caceres.org/alcantara/alcantara_online/65/065-014.pdf ]
En línea con los esfuerzos por la recuperación de la memoria histórica, la editorial Renacimiento publica este volumen, significativamente intitulado “Memorias de una miliciana extremeña”. Lo fue María de la Luz, quien optó por tomar las armas para defender la II República y quedarse junto a los seres más queridos, entre ellos el padre, el esposo, un hermano y otros familiares. Cara habría de pagar aquella elección, a cuyas motivaciones ha permanecido fiel durante su larga vida. Ahora, ya nonagenaria, merced a la ayuda del nieto, Manuel Pulido Mendoza (Badajoz, 1977), historiador, que suscribe el prólogo, ha logrado plasmar sus vivencias en un libro beneficiado con ayuda a la edición por la Junta de Extremadura.
La obra tiene cinco partes y un hermoso epílogo. Los difíciles avatares de la infancia y mocedad, el periodo bélico (fundamentalmente en Madrid), el regreso a un Badajoz traumatizado por la represión y la miseria, los años del tardofranquismo y la vuelta de la democracia constituyen
los capítulos de este tan personal relato.
Nacida en una familia de pastores y yunteros con fuerte carácter, adeptos al PSOE, M. Luz se crió entre Higuera de Vargas, Olivenza y la capital pacense. Aquí trabajó en la clínica de Augusto Vázquez, hijo y hermano respectivamente de notables socialistas. Al producirse la sublevación de Julio, conocedora de las bárbaras actuaciones que los militares desencadenan en los pueblos ocupados y del peligro que ella misma corre (parte de los suyos morirían ante el paredón), decide sumarse a la la columna “Pedro Rubio”. Tras la caída de Badajoz y a través de la Serena, alcanza Madrid, no sin una breve lucha ante el Alcázar de Toledo.
Sus actuaciones junto a los milicianos (al fin, también machistas, reconoce), así como las dificultades y condenas tras la derrota, constituyen texto conmovedor, aunque los análisis sociopolíticos en los que gusta detenerse resultan muchas veces discutibles, un punto ingenuos y exageradamente maniqueos: a su entender, todo lo malo entonces sucedido tuvo su origen en los “otros”.
Si la guerra fue dura, los años posteriores resultarían tremendos, mucho más para los derrotados. Con un valor y energía a toda prueba, extraordinariamente solidaria y generosa para los suyos, vencida pero no humillada, más próxima ya al PCE que al PSOE (ella sigue fiel al marxismo), la antigua militante se ingenia de mil modos para ir sacando adelante a la prole formada junto a otro recio miliciano. Y asíhasta hoy, habiendo podido disfrutar de hijos y nietos a los que ha visto asentarse profesionalmente.
Aunque María Luz apenas pudo alfabetizarse, es una narradora nata y, sin duda, Manuel ha tenido que recortar los discursos grabados por la abuela (aún se perciben no pocas reiteraciones). Pero estas páginas rezuman sinceridad, convencimiento y fe en los ideales propios, aunque no se comportan todos sus juicios.
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